Inclinación psíquica más o menos vehemente hacia un objeto, persona o narración que atrae o conmueve. Necesidad mental que suscita una actividad destinada a satisfacerla. El interés se distingue de la curiosidad en que ésta es pasajera, relativa a un solo objeto y determinada por una excitación externa, mientras que aquél es duradero y depende de la actividad interna del sujeto. Sigmund Freud acuñó el término “interés” para referirse a la energía psíquica derivada de los instintos o pulsiones de autoconservación y que contrapone a la libido, que es para él la energía psíquica derivada de los instintos o pulsiones sexuales.