XVI. Una llama que no se apaga

27/12/2024 2.480 Palabras

EN julio de 1970 se ofrece una nueva exposición picassiana en la Grand Chapelle del Palacio de los Papas de Avignon. Se trata de la obra más reciente, 165 pinturas grandes y 46 dibujos todavía frescos, todavía despidiendo el olor de los colores y la tinta que les da vida. Sin marco alguno, no han sido dispuestos con luces adecuadas, como en cualquier sala donde la situación de las telas y su estrategia puede favorecer una obra, sino simplemente instaladas sobre las paredes de piedras seculares. La claridad, llegada de lo alto, permite admirar con mayor asombro que nunca esta obra creada durante el año anterior. Las figuras históricas, damas y mosqueteros, separados o juntos, y todo un mundo de motivos, flores, ángeles, pájaros, palomas, realizados con las materias más diversas, carboncillo, tinta china, pastel, lápices, dentro de una inspiración genial. La acogida ha sido francamente positiva y tiene gran resonancia en la prensa. Pero quizá la más importante muestra de...

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