Introducción RETOMEMOS el momento en que Isabel y Fernando, nombrados reyes en Segovia, inician su gobierno. La joven reina tenía ante sí un país hundido en el des orden más completo, dividido en banderías y corrompido en casi todos los aspectos. La pobreza, o quizá mejor la improducti vidad, dejaba sentir sus efectos desastrosos. Al mismo tiempo. ese reino florecía en literatura, en poesía, en arquitectura y en invenciones artesanas de una gran belleza y de una extraordinaria novedad y participaba en una rápida transición que conducía a los reinos más cultos de Europa al Renacimiento. El genio de Isabel se hallaba ante un país que se mostraba lleno de inquietudes y poco institucionalizado. Los intereses eran múltiples. Alonso de Carrillo, el arzobispo que encumbró a Isabel y fortaleció su espíritu religioso, acabó sus días, después de haber peleado en el bando de la Beltraneja y de haber perdido con ella la guerra de sucesión, retirado en sus posesiones y dedicado a la práctica de la alquimia, que en aquel tiempo pasaba por ser una ciencia misteriosa y revolucionaria. Es una buena muestra de la inquietud de espíritu que se alojaba hasta en los hombres más ambiciosos de poder terreno y más “ortodoxos”.