Viaje del Parnaso: 28
Capítulo V Pág. 28 de 47 Viaje del Parnaso Miguel de Cervantes ¡O raro caso y por jamas oydo ni visto! ¡o nuevas y admirables traças de la gran reina obedecida en Nido!. En un instante el mar de calabaças se vio cuajado, algunas tan potentes, que pasavan de dos y aun de tres braças. Tambien hinchados odres y valientes, sin deshazer del mar la blanca espuma, nadavan de mil talles diferentes. Esta trasmutación fue hecha, en suma, por Venus de los languidos poetas, porque Neptuno hundirlos no presuma; el qual le pidio a Febo sus saetas, cuya arma arrojadiza desde aparte a Venus defraudara de sus tretas. Negoselas Apolo, y veis do parte enojado el vejon, con su tridente pensandolos passar de parte a parte. Mas este se resbala, aquel no siente la herida, y dando esguinze se desliza, y el queda...
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