Narváez : 24

22/10/2009 3.469 Palabras

Narváez Capítulo XXIV de Benito Pérez Galdós Desfilaban los visitantes; mas D. Saturno embistió al Ministro y a mi suegro con su salmodia de moscardón, sin darles respiro, de lo que me alegré mucho, porque así pudimos tener Eufrasia y yo algunos apartes, y comunicarnos las respectivas instrucciones y consignas. Muy contenta de que fuese yo a la Granja con mi familia, me dijo: «Allí no hay que pensar en tonterías. Virtud a todo trance, y edificación completa. Déjalo de mi cuidado, y verás que bien me arreglo para que tú en tu terreno y yo en el mío edifiquemos con nuestra conducta intachable. Ya nos veremos allá, en el teatro, en los jardines, y hablaremos... pero poquito y con la mayor cautela. Hasta la Granja, Pepe... ¡Ay! ¿no ves? Mi Saturno se ceba en el pobre D. Juan y en D. Feliciano». En efecto: miré con disimulo las caras de las víctimas, y vi que a D. Juan lo había volteado ya dos veces, recogiéndolo para despedirlo de nuevo. Rogué a mi amiga que...

This website uses its own and third-party cookies in order to obtain statistical information based on the navigation data of our visitors. If you continue browsing, the acceptance of its use will be assumed, and in case of not accepting its installation you should visit the information section, where we explain how to remove or deny them.
OK | More info