Movimiento antiglobalización
Introducción Las imágenes de los manifestantes en contra de la globalización económica durante la "Ronda del Milenio" de la Organización Mundial del Comercio (OMC), celebrada en noviembre de 1999 en Seattle, dieron la vuelta al mundo y otorgaron enorme fuerza simbólica a un conjunto de organizaciones que consiguieron mostrarse al mundo como una única voz. Las protestas contra las grandes instituciones internacionales como la OMC el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) no son nuevas pero es ahora cuando han logrado la atención de todo el mundo. Los factores han sido muchos y variados. La coordinación de las plataformas a nivel mundial a través de Internet ha permitido acciones más efectivas que las llevadas a cabo hace unos años, con objetivos mejor definidos y un discurso menos disperso. Así, la cumbre de Seattle se cerró sin acuerdo y en Praga los manifestantes consiguieron "asediar" a los delegados del FMI y del BM en el centro de convecciones. Pequeñas victorias que impulsan aún más un movimiento que ahora se extiende allá donde se celebre una reunión de relevancia internacional. También han contribuido a la unidad frente a la globalización líderes e intelectuales más o menos carismáticos. El agricultor francés José Bové se convirtió de la noche a la mañana en un símbolo contra la comida basura americana cuando atacó un McDonald's en el sureste de Francia, acción por la que fue castigado con la cárcel. Lory Wallach, de la organización norteamericana de consumidores Public Citizen, fue la primera en poner en cuestión los acuerdos del GATT, precedente de la OMC, sobre la liberalización del comercio y logró una copia del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI), negociado en secreto en el seno de la OCDE, que difundió por todo el mundo hasta que se abandonaron las negociaciones. Entre los intelectuales más comprometidos destacan el norteamericano Noam Chomsky o Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, que a través de uno de sus editoriales propició la creación de ATTAC, una asociación que exige la tasación de las transacciones de capital especulativas. La lucha es contra el sistema, contra la forma de globalización económica que se está diseñando desde las multinacionales y los grandes poderes económicos, y se exterioriza en forma de protestas ante las instituciones que marcan las pautas económicas mundiales y los gobiernos que ejercen mayor poder en ellas. Así es como la OMC, el FMI, el BM o el G-8 se convierten en objetivos. Les acusan de imponer a los países pobres condiciones de comercio desfavorables, de saltarse cualquier regulación social o medioambiental que distorsione el aumento de valor de las inversiones, de imponer reformas económicas que tienen un alto coste social, que se multiplica en caso de crisis económica, como sucedió en el sureste asiático después de 1997.
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