Los condenados: 27
Los condenados de Benito Pérez Galdós Escena XI PATERNOY; SANTAMONA, por el fondo, con un tajo de hierbas aromáticas. PATERNOY.- (Paseándose inquieto por la escena.) ¡Fatal complicación! SANTAMONA.- (Con tristeza.) Pues en el río no está. PATERNOY.- Se ha ido a pescar a otra parte, a la mar bravía. SANTAMONA.- Lejos están los mares de Dios. PATERNOY.- Más cerca de lo que tú crees. ¿Qué traes ahí? SANTAMONA.- Es mi pasión. Adornar las viviendas con romero y tomillo, y aromatizarlas después de bien limpias. PATERNOY.- Si se pudiera hacer lo mismo en las conciencias. SANTAMONA.- Algo se pega de las viviendas a las almas. PATERNOY.- (Oliendo los ramos.) Esto refresca el espíritu. Es como tu conciencia, que trasciende a las purezas del campo y a la paz de la Naturaleza. Pero en mala ocasión lo has traído, pobre santica. SANTAMONA.- ¿Por qué, hijo? (Se sienta, y extiende los ramos en la falda.) PATERNOY.- Porque mal dicen estos emblemas de la...
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