La última fada: novela inédita: 05
Cabalgaron el Doncel y su escudero, y guiándose por las noticias recién sabidas, cruzaron toda la tierra de Francia, hasta los Pirineos, y entrando por las gargantas de Roncesvalles, se fueron llegando a Pamplona. En el largo trayecto no faltaron lances peligrosos, y se anunciaron no pocas aventuras que prometían honra singular a un caballero novel; pero Isayo no quiso seguirlas, aunque el cuerpo le hirviese en deseos de probar sus fuerzas. No tenía el derecho de exponerse a una herida grave o a ser muerto, sin entregar antes el mensaje del rey de Bretaña al Monarca castellano, y acordar con él que deshiciese los formidables aprestos de los moros, resueltos a acabar con la cristiandad de Castilla, para volverse después contra Francia. Isayo iba derecho a su fin, y no se detenía. Al avistar a Pamplona tuvo, sin embargo, un momento de vacilación, porque se le ofreció una aventura que, sin nota de cobarde, no había manera de dejar atrás. A la boca de un puente le salieron al...
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