Guerra y Paz XII
DUODÉCIMA PARTE I En las altas esteras de San Petersburgo, la complicada lucha entre los partidarios de Rumiantzev, de los franceses, de María Fedorovna, del Gran Duque heredero y tantos otros bandos proseguía sin interrupción, ahogada, como siempre, por el ruido de los zánganos de la Corte. Pero la vida de San Petersburgo, tranquila, lujosa, en la que nadie se cuidaba sino de visiones y reflejos, seguía su curso ordinario, y, a través de ella, había que hacer grandes esfuerzos para reconocer el peligro, la difícil situación en que el pueblo ruso se hallaba. Siempre las mismas salidas, los mismos bailes, el mismo teatro francés, los mismos intereses de cortesanos, las mismas intrigas. En los círculos más elevados se trataba únicamente de comprender las dificultades de la situación. Se contaba, muy bajito, que en aquellas críticas circunstancias las dos emperatrices habían procedido de manera distinta. La emperatriz María Fedorovna, cuidadosa del bienestar de los...
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