Guerra y Paz VIII
I Al empezar el invierno, el príncipe Nicolás Andreievitch Bolkonski y su hija llegaron a Moscú. Por su historia, su talento y su originalidad y principalmente a causa del actual descenso de entusiasmo por el reinado del emperador Alejandro y de la corriente de opinión francófoba y patriótica que entonces existía en Moscú, el príncipe Nicolás Andreievitch se convirtió enseguida en objeto de un respeto particular por parte de los moscovitas y el centro de oposición de Moscú. El Príncipe había envejecido mucho aquel año. Los indicios irrecusables de la vejez eran bien manifiestos en él: somnolencias intempestivas, olvido de acontecimientos inmediatos y memoria de acontecimientos antiguos. Ultimamente, la vida se había hecho muy penosa para la princesa María. En Moscú se veía privada de sus mayores alegrías: las conversaciones con gente devota y la soledad reconfortante de LisiaGori, y no encontraba ninguna compensación en las alegrías de la capital. No...
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