El perro del hortelano: 87
Acto Tercero 87 Pág. 87 de 95 El perro del hortelano Acto III Lope de Vega LUDOVICO. No hay que advertir, hijo, hijo de mis entrañas, sino sólo el morir en tus brazos. DIANA. ¡Caso extraño! ANARDA. ¡Ay, señora! ¡Teodoro es caballero tan principal y de tan alto estado! TEODORO. Señor, yo estoy sin alma, de turbado. ¿Hijo soy vuestro? LUDOVICO. Cuando no tuviera tanta seguridad, el verte fuera de todas la mayor. ¡Qué parecido a cuando mozo fui! TEODORO. Los pies te pido, y te suplico... LUDOVICO. No me digas nada, que estoy fuera de mí ¡Qué gallardía! ¡Dios te bendiga! ¡Qué real presencia! ¡Qué bien que te escribió naturaleza en la cara, Teodoro, la nobleza! Vamos de aquí; ven luego, luego toma posesión de mi casa y de mi hacienda; ven a ver esas puertas coronadas de las armas más nobles deste reino. TEODORO. Señor, yo estaba de partida a España, y así me importa. LUDOVICO. ¿Cómo a España?...
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