El Anticristo:31
XXXI He anticipado mi respuesta a este problema, basada en el hecho de que la figura del Redentor ha llegado hasta nosotros muy desfigurada. Esta desfiguración es en sí muy plausible; por varias razones tal figura no pudo conservarse pura, íntegra y libre de deformaciones. Tanto el medio ambiente en que se desenvolvió esta figura extraña corno, sobre todo, la histeria, las vicisitudes de la primitiva comunidad cristiana, dejaron en ella por fuerza sus huellas; ella enriqueció la figura, retroactivamente, con rasgos que sólo son comprensibles a la luz de la guerra y los fines de propaganda. Ese mundo singular y enfermo en que nos introducen los Evangelios, un mundo como salido de una novela rusa, donde parecen darse cita la escoria de la sociedad, enfermedades nerviosas a idiotismo “infantil”, forzosamente vulgarizó la figura; en particular los primeros discípulos tradujeron un Ser que flotaba en un todo en símbolos a intangibilidades en su propia idiosincrasia, torpe...
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