El Anticristo:27
XXVII En un suelo de tal modo falso donde toda naturalidad, todo valor natural, toda realidad tenía que hacer frente a los más soterrados instintos de la clase dominante, creció el cristianismo, forma de la enemistad mortal a la, realidad que hasta ahora no ha sido superada. El “pueblo santo” que para todas las cosas se había quedado exclusivamente con valores de sacerdotes, palabras de sacerdotes, repudiando con una consecuencia pasmosa cualquier otro poder establecido sobre la tierra como “sacrílego” y el mundo como “pecado”; este pueblo produjo para su instinto una fórmula última, lógica hasta la autonegación: como cristianismo negó aun la forma última de la realidad, la misma realidad judía, al “pueblo santo”, al “pueblo de los elegidos”. El suceso es de primer orden: el pequeño movimiento insurgente, bautizado con el nombre de Jesús de Nazaret, es el instinto judío otra vez. O dicho de otro modo: el instinto de sacerdote que ya no soporta al...
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