El Anticristo:17
XVII Dondequiera que declina la voluntad de poder se registra un decaimiento fisiológico, una décadence. La divinidad de la décadence, despojada de sus virtudes e impulsos más viriles, se convierte necesariamente en el dios de los fisiológicamente decadentes, de los débiles. Éstos no se llaman los débiles, sino “los Buenos”... Se comprenderá, sin necesidad de ulterior sugestión, en qué momentos de la historia es factible la ficción dualista de un dios bueno y otro malo. Llevados por el mismo instinto con que degradan a su dios al “bueno en sí”, los sometidos despojan de todas sus cualidades al dios de sus vencedores; se vengan de sus amos dando al dios de los mismos un carácter diabólico. Tanto el dios bueno como el diablo son engendros de la décadence. ¡Parece mentira que todavía hoy se ceda a la ingenuidad de los teólogos cristianos hasta el punto de decretar a la par de ellos que la evolución de la concepción de la divinidad del “dios de Israel”,...
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