Ana Karenina II: Capítulo XXVII
Ana KareninaSegunda parte: Capítulo XXVII de León Tolstoi Ana estaba en el piso alto, ante el espejo, prendiendo con alfileres un último lazo a su vestido con ayuda de Anuchka, cuando sintió crujir la grava a la entrada bajo las ruedas de un carruaje. «Para ser Betsy, es demasiado temprano», pensó. Asomándose a la ventana, vio el coche, el sombrero negro que se destacaba en él y las orejas tan conocidas de Alexey Alejandrovich. «¡Qué inoportuno! ¿Será posible que venga a pasar la noche aquí?», pensó Ana. Y le parecieron tan horribles los resultados que podían derivarse de ello que, para no reflexionar, se apresuró a salir al encuentro de los recién llegados con el rostro radiante y alegre, sintiéndose llena de aquel espíritu de engaño y fingimiento que se apoderaba de ella con frecuencia y bajo cuya influencia comenzó a hablar, sin saber ella misma lo que diría. –Te agradezco la atención de haber venido –dijo Ana, dando la mano a su esposo y...
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