Agosto: La Procesión
Las Estaciones – El estío Agosto - La Procesión de Julia de Asensi Aquellas dos niñas huérfanas de madre, a las que ésta había llamado siempre Consuelo y Gracia, inspiraban la mayor compasión a todas las vecinas del barrio. El padre, un hombre sin creencias, continuamente metido en las tabernas bebiendo o jugando tenía a las pobres criaturas en el mayor abandono. A poco de casarse se había marchado a América, había estado seis años en Chile y el Perú regresando con algún dinero y con aquellas niñas a las que él sólo nombraba Chilena y Panamá. -¡Ni que fueran perras! Exclamaban las buenas mujeres que vivían cerca de aquella familia: esos no son nombres cristianos. El hombre, que se llamaba Gilberto, había prohibido a su esposa que hablase de religión a las niñas y que les enseñase a rezar, pero la excelente madre cuando el marido se ausentaba, procuraba inculcar en aquellas tiernas almas los bellos sentimientos de que se hallaba adornado su corazón,...
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